El gatopardismo y la espera eterna de un cambio

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El término gatopardismo, inmortalizado en la novela El Gatopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, describe la simulación del cambio: aparentar transformaciones profundas sin alterar realmente las estructuras de poder o las condiciones de fondo. En el México contemporáneo, este concepto cobra vida de manera dolorosamente vigente en el ámbito de la seguridad pública.

“Que todo cambie… para que todo siga igual”

Durante décadas, hemos sido testigos de reformas aparentes, discursos altisonantes, cambios de uniforme, reestructuraciones burocráticas y creación de nuevas instituciones que prometen acabar con la inseguridad, pero que, en esencia, repiten viejos patrones. ¿Cuántos anuncios de “ahora sí vamos con todo” se han hecho mientras la ciudadanía sigue viviendo con miedo?

En la era de la conectividad total, sin embargo, La simulación que se cae a pedazos, el gatopardismo ya no tiene el blindaje de la ignorancia. La información fluye a través de redes sociales, medios independientes y ciudadanos armados con celulares. Las simulaciones duran menos. Lo que antes se ocultaba con facilidad, hoy puede viralizarse en segundos.

La percepción de inseguridad en México, medida trimestralmente por el INEGI, oscila entre el 65% y el 75% en la última década. En muchos estados, incluso aumentaron, pese a las múltiples estrategias de “renovación” que gobiernos de distintos signos políticos implementan. La ciudadanía no sólo ve los hechos violentos, también detecta las promesas incumplidas, los cambios cosméticos y los discursos vacíos.

La ciudadanía ya no está dispuesta a tragarse la farsa. La exigencia es clara: queremos resultados, no montajes. Queremos seguridad basada en prevención, justicia, profesionalización y verdadera voluntad política. No se trata sólo de persecuciones, sino de construir paz desde la raíz: educación, oportunidades, justicia social y comunidades resilientes.

¿Qué debemos observar como ciudadanos críticos?

Cambios reales vs cambios cosméticos:
¿Se modifican estructuras de fondo o solo nombres e imágenes?

Resultados medibles:
¿Disminuyen realmente los delitos y se mejora la percepción de seguridad?

Rendición de cuentas:
¿Quién responde cuando una estrategia falla?

Participación ciudadana:
¿Se nos escucha o sólo se nos informa?

Coherencia entre discurso y acción:
¿Lo que se dice en campaña o en medios se refleja en el terreno?


El desafío: desenmascarar el gatopardismo

Hoy, más que nunca, es momento de exigir autenticidad, integridad y transparencia. Dejar de aplaudir cada nueva “estrategia integral” si no viene acompañada de diagnósticos serios, indicadores públicos y participación de los actores clave, especialmente la sociedad civil.

El gatopardismo es un enemigo silencioso del progreso. Desenmascararlo es el primer paso para dejar de vivir entre farsas y empezar a construir seguridad verdadera, duradera y con justicia.

 

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