Este tipo de acuerdos están basados, de alguna manera, en el sistema de psicoterapia individual social de la psicología humanista, conocido como análisis transaccional, que tiene como objetivo el que la persona que lo suscribe, cambie sus sentimientos, su pensamiento y, con ello, su comportamiento.
Cuando una persona establece un contrato, existen mayores posibilidades de que los puntos de acuerdo se respeten, a diferencia de que éstos sean impuestos.
En el caso de los hijos, y particularmente de los adolescentes, que están en un proceso de definición de su identidad, de tener autonomía e independencia, los contratos por escrito resultan muy valiosos para contribuir en su desempeño escolar, corresponsabilidad con las labores domésticas, sobre el uso de sus dispositivos de información y comunicación, así como para su seguridad, entre muchos otros aspectos.
La elaboración de un contrato de este tipo, tal como cualquier otro, se debe discutir entre las partes. Sin embargo, un contrato entre padres e hijos debe ser un ejercicio que se haga de manera abierta y reflexiva, con cada uno de ellos, que más allá de conformar un problema de cantidad de acuerdos, se centre en la calidad de los mismos, con base en el estilo de vida y el proyecto de la familia.
Un contrato entre padres e hijos, debe considerar:
- Objetivo.
Planteando, en términos de igualdad, el fin que persigue el acuerdo entre las personas, considerando los gustos e intereses de los adolescentes, pero además las inquietudes de los padres. - Cláusulas.
Especificando claramente el comportamiento que se espera de los adolescentes y detallando las consecuencias que tendrá en caso de no respetar los puntos de acuerdo, pudiendo incluir las recompensas de cumplir debidamente con el contrato. - Tiempo y lugar.
Estableciendo su duración, fechas, días u horarios en que se considere el comportamiento, los lugares o contexto de desempeño de la persona, así como su revisión para firmar un nuevo contrato, sirviendo como recordatorio y renovación del compromiso.
Es importante que el contrato sea firmado por el adolescente y sus padres, a fin de ratificar el acuerdo y establecer el compromiso de manera formal.
Un menor que haya establecido con sus padres contratos de esta naturaleza, tendrá mayores probabilidades, a futuro, de ser un ciudadano honesto y respetuoso de la ley.
Cada familia es distinta y los estilos de crianza diferentes, es por esta razón que no existen formatos estandarizados que apliquen por igual para todos, sin embargo, existen algunos ejemplos que te pueden servir para conocer el formato de un contrato entre padres e hijos y, con base en ellos, elaborar el tuyo propio.
Considera los siguientes:
1) Contrato entre padres y niños – Una solución personalizable que facilita la imposición y el respeto de reglas, actuando como una técnica auxiliar en la modificación de conducta familiar.
2) Contrato entre padres y jóvenes – Estos contratos, basados en principios de la terapia cognitivo-conductual, proporcionan estructura y previsibilidad, reduciendo la ansiedad y mejorando el comportamiento infantil y juvenil.
3) Contrato de manejo entre padre e hijo adolescente Elaborado por Centers for Disease Control and Prevention y la American Academy of Pedriatics.
4) Acuerdo entre padres e hijos por un buen uso del móvil, Tablet y ordenador. Policía Nacional. España.
5) Contrato familiar para el uso responsable de internet. Segukids.