La capacidad de ejercer y defender nuestros derechos individuales sin violar los ajenos, al expresar desacuerdos, dar una opinión contraria, no dejarnos manipular o, simplemente, decir no a algo o a alguien, representa una cualidad de asertividad que debemos aprender y desarrollar para evitar sinsabores, problemas e, incluso, ser víctimas de delitos.
Cuando no sabemos cómo decir no, o el simple hecho de no poder decir no, se convierte en una debilidad al anteponer la satisfacción de los otros a la nuestra, y al hacerlo nos devaluamos ante los demás y ante nosotros mismos.
Las personas, en su afán de comunicarse eficientemente con los demás, con precisión y empatía, evitan decir que no por temor al rechazo, a enfrentamientos, a perder oportunidades o, simplemente, por la carga de sentimientos de culpabilidad que les pueda acarrear el hacerlo.
Así, mucha gente, por no poder decir no a tiempo, se auto genera problemas en su entorno personal, laboral, económico y social.
Aprender a decir que no, entonces, se convierte en un tema obligado que debe enseñarse a las personas desde su niñez, con el fin de desarrollar un mecanismo de defensa ante cualquier invasión o afectación que perciban en su entorno.
Al desarrollarse y entrar en la etapa adolescente, donde como individuos comienzan a ejercer con autonomía su relación con los demás, el haber aprendido a decir que no, les significará el disminuir una serie de riesgos tales como enredarse con personas indeseables, iniciarse en el consumo de sustancias ilícitas, o sufrir abusos de índole personal, social, laboral o económico.
No se trata de llevar la contraria a todo en una actitud egoísta, es cuestión de que, sin perder la generosidad, la compasión, empatía e incondicionalidad que podemos tener respecto de algo o alguien, reconozcamos que cuando algo es inapropiado o perjudicial, para nuestros intereses o nuestra persona, simplemente digamos “no”.
Si educamos a nuestros hijos para que tengan claras sus responsabilidades, asuman sus compromisos y reconozcan, por ende, sus prioridades, podremos entonces inculcarles las formas de decir no de una manera educada y firme para que, ante una persona o circunstancia, puedan anteponer sus propios intereses.
Al hacerlo, evitaremos casos de sumisión, estaremos previniendo situaciones de agresión o confrontación y desarrollaremos la asertividad, que debe formar parte de su esencia individual, que los mantendrá alejados de problemas y los ayudará, en muchos aspectos, a llevar una vida más segura en un mundo, lamentablemente, inseguro.
Y tu, ¿estás de acuerdo en que es necesario aprender a decir que no?