En muchas familias mexicanas, el despido de una trabajadora del hogar, un chofer, jardinero o incluso un empleado de confianza (como un contador o asistente personal), se realiza de forma abrupta, emocional o hasta humillante. Se olvida que una mala despedida puede convertirse en una puerta abierta al resentimiento, la venganza o incluso una tragedia.
Las noticias no mienten: hay casos documentados de agresiones, robos o hasta homicidios cometidos por exempleados o personas cercanas a ellos, producto de un despido ofensivo o injusto. A veces el trabajador no es quien reacciona, sino un familiar suyo que se siente indignado. ¿Fue justo lo que se le hizo? ¿Había recibido su liquidación conforme a derecho? ¿Se le trató como a una persona?
Un despido sin tacto, sin explicación clara, sin respeto, sin pago justo, es como una olla llena de emociones intensas que se tapa de golpe. No importa cuánto tiempo trabajó esa persona para ti. Si no cierras bien la relación laboral, la presión acumulada puede explotar… y el daño podría ser irreversible.
Desde 2019, tras la reforma que reconoció derechos plenos a las trabajadoras del hogar, la Ley Federal del Trabajo (LFT) establece:
- Obligación del patrón de registrar al empleado en el IMSS.
- Contrato por escrito.
- Jornada laboral, días de descanso, aguinaldo y vacaciones pagadas.
- Indemnización o liquidación en caso de despido injustificado, igual que para cualquier otro trabajador.
En el caso de los empleados de confianza, la LFT también protege sus derechos. Aunque su permanencia puede estar sujeta a mayor discrecionalidad del patrón, la liquidación y trato digno son obligaciones legales y éticas.
Despide como te gustaría ser despedido. En una sociedad que pide paz, respeto y justicia, no podemos ser tiranos en lo privado y exigir ética en lo público. El verdadero poder no está en dar empleo, sino en ejercerlo con dignidad.
Lo que se hace comúnmente (y mal)
- Se despide “de palabra” y de forma intempestiva.
- No se entrega carta de despido ni se hace cálculo de liquidación.
- Se insinúa o acusa al trabajador de algo sin pruebas.
- Se evita el pago diciendo frases como: “no te lo ganaste” o “tú sabías que esto podía pasar”.
Peor aún: se corta toda comunicación sin despedida ni explicaciones, dejando al trabajador con frustración, vergüenza y enojo.
¿Qué consecuencias puede haber?
- Venganza o represalia emocional: desde daño a la propiedad hasta violencia.
- Robo o filtración de información confidencial.
- Denuncias ante la Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo (PROFEDET) o la STPS.
- Campañas de difamación por redes sociales.
- Secuelas emocionales o legales para ambas partes.
5 Recomendaciones para un despido responsable y seguro
- Hazlo con respeto y en un lugar neutral. Agradece su trabajo, da explicaciones breves y evita tonos confrontativos.
- Paga lo justo. Calcula su finiquito conforme a la ley o asesórate con un abogado. Evita conflictos legales posteriores.
- No lo hagas en solitario. Ten un testigo o realiza el proceso en compañía de un familiar o asesor.
- Resguarda la seguridad. Cambia contraseñas o llaves si la persona tenía acceso a información sensible. No por miedo, sino por prevención.
- Deja constancia por escrito. Un recibo firmado, una carta de término de relación laboral o un documento conciliatorio evitan malos entendidos.
Si tienes dudas legales, acude a la Profedet (800 717 2942) o consulta con una firma especializada. Si eres patrón, capacítate en derechos laborales. Si eres empleado, infórmate de tus derechos.
Recordemos: nadie reacciona violentamente por gusto, sino por lo que se siente como una injusticia. Evítala.