En el mundo existe un mercado paralelo que opera fuera del marco legal y del que, teóricamente, no existe registro. Se trata de un mercado sombra en el cual prácticamente toda la población, de manera consciente o inconsciente, forma parte y es provocado, en mucho, por la debilidad del Estado de derecho y tiene un estrecho vínculo con la corrupción e inseguridad: la piratería.
Este flagelo, conformado por la reproducción, distribución y venta de copias no autorizadas de productos protegidos por el derecho de propiedad intelectual, además de aquellos que no cumplen con las disposiciones legales para ser comercializados, representa graves riesgos directos para los consumidores, así como severos daños para la economía, las finanzas públicas y las empresas formales del país.
Se estima que anualmente a México la piratería le cuesta más de 43 mil millones de pesos (unos 2,000 mdd), tan sólo en compras de productos de vestido y calzado, sin contar las pérdidas de empleos, recaudación fiscal, ni los impactos en salud y seguridad de los consumidores.
Dicha cantidad, que es enorme, representa casi el doble que todo el presupuesto otorgado en 2021 al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Con lo que la población consume de piratería, se podría financiar un año completo a la Universidad Nacional Autónoma de México y mantener dos años al Instituto Nacional Electoral.
La mayoría de la población, no obstante de reconocer que la piratería tiene efectos negativos para el país, incluso a sabiendas de que es producto del fraude, la corrupción y el robo, es decir, que es ilegal, no la considera como grave.
De hecho, la mayoría de los consumidores -8 de cada 10- no vinculan el consumo de piratería con consecuencias legales por parte de las autoridades, ni en su bienestar individual.
El consumo de productos pirata en México se basa en 4 bloques de productos en función a su porcentaje de consumo, de mayor a menor:
- Música, CD’s, películas, DVD’s, ropa y en menor medida calzado.
- Cosméticos, productos eléctricos, de limpieza y medicamentos.
- Software, juguetes, productos de cuidado personal y electrónicos.
- Cigarros y bebidas alcohólicas.
Si bien se han realizado diversas campañas mediáticas, para sensibilizar a la población y disuadirla de comprar productos pirata, el consumo prevalece y continúa ‘justificándose’ por la incapacidad de adquirir productos originales o por ignorancia en relación a los efectos negativos de la piratería.
Ante ello, es preciso reflexionar y reconsiderar seriamente nuestros patrones de consumo, ya que la piratería fomenta la delincuencia, financia en buena medida al crimen organizado y la compra de algunos de sus productos -medicamentos y bebidas principalmente-, ponen en grave riesgo la salud de los consumidores, amén de que frena el crecimiento económico y causa enormes pérdidas al país.
No seas uno más de los que se cruzan de brazos ante este flagelo y ocúpate de conocer a fondo el problema, para que reconozcas cómo te afecta y cómo puedes contribuir para su erradicación, lee el estudio Piratería, entendiendo el mercado ‘sombra’ en México realizado por el Centro de Investigación para el Desarrollo, A.C. y la American Chamber of Commerce of Mexico.
Asimismo, la lectura de nuestros artículos, Piratería: la ballena que todos alimentamos y Piratería: 3 propuestas para enfrentarla, te pueden ayudar a comprender la magnitud del problema.