En barrios, escuelas y espacios digitales, cada vez más jóvenes son protagonistas o víctimas de actos violentos. Desde peleas escolares hasta reclutamiento por grupos delictivos, la violencia juvenil se ha convertido en una expresión de múltiples carencias: hogar, oportunidades, comunidad y sentido de pertenencia.
En México y América Latina, más del 50% de los delitos de alto impacto son cometidos por personas menores de 25 años y, precisamente, es este grupo el que más muere o desaparece por causas violentas.
La violencia juvenil no nace de la nada. Es el resultado de una serie de factores individuales, familiares, sociales y estructurales:
- Entornos familiares disfuncionales o violentos
- Falta de oportunidades educativas o laborales
- Presencia de pandillas o crimen organizado como referentes de poder y “éxito”
- Fracaso escolar y baja autoestima
- Entornos con impunidad, discriminación o abuso de poder
Además, la violencia digital también juega un papel: retos en redes sociales, discursos de odio, ciberacoso y glorificación del narco influyen en la conducta y normalizan la agresión.
Esta problemática es como una olla de presión mal ajustada. Si no se libera tensión con herramientas como el diálogo, el apoyo emocional o actividades positivas, termina explotando, afectando a todo lo que está cerca.
¿Qué podemos hacer para prevenirla? Considera estas 5 acciones clave que puedes implementar desde lo personal, familiar o comunitario:
- Escucha activa y sin prejuicios.
Dale espacio a los jóvenes para expresarse. Escuchar sin juzgar puede prevenir rupturas y canalizar conflictos a tiempo. - Fomenta actividades con sentido.
El arte, el deporte, la ciencia o el voluntariado ofrecen alternativas reales de pertenencia, reconocimiento y autoestima. - Establece límites con afecto y coherencia.
Ni autoritarismo ni permisividad: las reglas claras y el afecto firme dan contención emocional y estructura. - Detecta señales de alerta.
Cambios drásticos de humor, aislamiento, nuevas amistades violentas, abandono escolar o posesión de objetos de valor sin explicación deben tomarse en serio. - Conéctalos con adultos significativos.
Si no escuchan a sus padres, tal vez conecten con un maestro, entrenador o vecino. Todos podemos ser mentores positivos.
Cuando una juventud es ignorada, la violencia se convierte en su voz. Pero cuando la miramos, la escuchamos y le damos razones para soñar, la violencia pierde fuerza. Participar es prevenir.