Prevención con reinserción social

La prevención del delito mediante la reinserción social se refiere a los programas dirigidos a niños, jóvenes, o adultos involucrados en el sistema de justicia penal, incluso los detenidos y los que regresan a su comunidad, con el fin de evitar que dichas personas reincidan en la comisión de delitos.

Las personas condenadas por delitos tienen un mayor riesgo de reincidir, debido a que han quebrantado ya la ley y tienen escasas oportunidades y aptitudes para llevar estilos de vida legítimos y no delictivos. Existe, además, la posibilidad de que tengan vínculos con otros delincuentes y modos de vida afines a la delincuencia.

La reinserción social de este tipo de individuos puede verse favorecida si les son proporcionadas aptitudes para el empleo y la vida, se les ofrece formación, educación, estilos de vida alternativos y roles modélicos junto con el apoyo y vivienda decente en la comunidad.

Podrían, incluso desde antes de abandonar la prisión, haber sido preparados para su puesta en libertad, mediante programas que les proporcionen nuevas capacidades laborales, que aumenten su nivel educativo, aptitudes sociales y, desde luego, la posibilidad de resolver conflictos recurriendo a enfoques de justicia restaurativa.

Estas posibilidades, lamentablemente, no son reales en muchos de los países de América Latina y, particularmente, en México, el tercer país de la región con mayor número de personas privadas de su libertad.

Los reclusos en el país, procesados en su mayoría por delitos menores, permanecen en cárceles sobrepobladas sobreviviendo en condiciones de hacinamiento e insalubridad, en ambientes plagados de corrupción, vicios y violencia donde la reinserción es más un discurso político que la realidad pues los niveles de reincidencia, de acuerdo con organizaciones civiles, rebasan el 50%.

Es fundamental comprender que invertir en la reinserción, reditúa mucho en términos de prevención.

Los programas de reinserción pueden y deben aplicarse en la comunidad, en albergues de reinserción u hogares de acogida que ofrecen alojamiento en condiciones satisfactorias, así como apoyo y asesoramiento internos, suelen incluir programas de aprendizaje, planes de creación de empleo, preparación para la vida cotidiana, facilidades de microcrédito y apoyo a largo plazo.

Un delincuente en la cárcel pugna su condena y, al salir de ella, es una persona libre que no debe ser estigmatizada sino todo lo contrario, motivada y apoyada para lograr una correcta reinserción.

De poco o nada servirá el continuar enviando delincuentes a la cárcel, donde incluso se rozan con los delincuentes de alta peligrosidad y se contaminan, si al salir no existen oportunidades reales mediante programas de reinserción y donde la estigmatización, simplemente, los coloca en una puerta giratoria para reincidir y volver de nueva cuenta tras las rejas.

Para adentrarte en el tema, te recomendamos ver el documental IVEN

 

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