Desde la psicología del desarrollo, la adolescencia es una etapa de construcción de identidad. El adolescente ya no se define por lo que dicen sus padres, pero aún no tiene claro quién quiere ser. Por eso, explora, prueba, se arriesga. Y muchas veces, confunde el riesgo con libertad.
En ese proceso, busca:
- Pertenencia, incluso a grupos nocivos si lo hacen sentir “visto”
- Reconocimiento, aunque sea en forma de likes o halagos vacíos
- Independencia, incluso enfrentando normas o rompiendo límites
- Experiencias intensas, porque su cerebro aún no regula del todo la impulsividad ni evalúa consecuencias a largo plazo
El cerebro adolescente está en remodelación: el sistema límbico (emociones) es más fuerte que la corteza prefrontal (razón). Es decir, sienten mucho… pero aún no piensan todo. No porque sean tontos, sino porque están creciendo.
¿Y qué tiene que ver esto con los riesgos actuales?
En este escenario, un adolescente:
- Puede aceptar enviar una foto íntima sin imaginar que se volverá viral.
- Puede subirse a una camioneta porque le ofrecieron dinero o pertenencia, sin pensar que no volverá.
- Puede repostear un mensaje de odio, sin medir el daño ni la responsabilidad legal.
- Puede callar frente a un delito, pensando que “no es su asunto”, sin saber que ya está involucrado.
Muchos no actúan con maldad. Pero la falta de malicia no los protege de las consecuencias.
¿Cómo abordarlo como madre, padre o educador?
- Empieza por escuchar, no por advertir. Quieren ser tratados como personas, no como menores eternos.
- Valida sus emociones antes de corregir su conducta. Un “entiendo que quieras encajar” abre más puertas que un “¡no te juntes con esos!”.
- Explica sin moralizar. No basta con decir “eso está mal”; hay que decir por qué, cómo empieza, qué puede pasar.
- Muestra las consecuencias sin el dramatismo, pero con realidad. Ejemplos reales, cercanos, son poderosos.
- Refuerza la confianza. Que sepan que si se meten en algo, pueden venir a ti sin miedo.
¿Qué temas debes hablar con ellos antes de que alguien más lo haga?
- ¿Qué es la presión de grupo y cómo se siente?
- ¿Cuándo decir “no” aunque pierdas amistades?
- ¿Qué pasa si alguien te pide guardar un paquete o acompañarlo “nomás tantito”?
- ¿Qué responsabilidad tienes si presencias un delito o lo permites?
- ¿Qué hacer si ya cometiste un error y no sabes cómo salir de ahí?
Recuérdales que:
- Reenviar un contenido íntimo es un delito.
- Aceptar dinero por favores ilegales los convierte en cómplices.
- Cubrir a alguien que delinque puede implicar años de cárcel.
- Grabar y compartir violencia (bullying, peleas, etc.) los hace parte del daño.
- Lo que hacen en redes deja rastro… aunque borren el mensaje.
Podrías iniciar con algo así como: “Prefiero que me cuentes algo que hiciste mal, a que te pase algo y no lo sepa.”
Los adolescentes no necesitan vigilancia ciega, necesitan guía con empatía. Porque entre ser víctima o victimario, muchas veces solo hay una conversación que no tuvimos a tiempo.
¿Qué opinas al respecto?