Dentro de los factores de riesgo individuales, que incrementan la probabilidad de que las personas desarrollen conductas violentas o delictivas, se encuentra el embarazo temprano. Esta situación, en ocasiones, limita las oportunidades de que las personas jóvenes completen su educación, reduciendo sus posibilidades de acceder a mejores puestos de trabajo e ingresos.
Un embarazo en adolescentes obliga a los jóvenes a adquirir responsabilidades que pueden modificar su plan de vida y limitar su socialización, asà como ocasionarles frustraciones y problemas de autoestima. Ello dificulta su independencia económica y emocional, lo cual puede desarrollar conductas violentas.
La Organización Panamericana de Salud destaca que la región de América Latina y el Caribe presenta tasas de embarazo en adolescentes en fase de reducción, como en el resto de las zonas geográficas del planeta, al pasar de 65.6% entre 2010-2015 a 60.7% entre 2015-2020.
México, sin embargo, ocupa el primer lugar a nivel mundial en embarazos en adolescentes entre las naciones de la OCDE, con una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada 1,000 adolescentes entre 15 y 19 años.
De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Población, un 24% de adolescentes inicia su vida sexual entre los 12 y 19 años, con promedio de 15.5 años, mientras que datos del Instituto Nacional de PerinatologÃa ubican el promedio en 14.6 años.
De este grupo, un 97% dice conocer, al menos, un método anticonceptivo, pero más de la mitad no utilizó ningún método en su primera experiencia.
El embarazo adolescente está asociado a niveles de mortalidad materna más elevados y a una alta prevalencia de aborto en condiciones inseguras. La maternidad y paternidad temprana suelen tener efectos negativos graves en los hijos de los adolescentes, exponiéndolos a condiciones adversas que obstaculizan su desarrollo.
Las experiencias internacionales coinciden en señalar 5 aspectos que, a manera de intervención, han probado ser efectivas en la reducción del embarazo adolescente:
- Educación integral en sexualidad, en las escuelas o con su colaboración.
- Servicios de salud y clÃnicas amigas de las y los adolescentes.
- Insumos adecuados y eficaces de anticoncepción entre adolescentes.
- Intervenciones directas en medios de comunicación.
- PolÃticas sociales para la retención escolar y para la inserción laboral.
- Educación integral en sexualidad, en las escuelas o con su colaboración.
Involúcrate en este tema y contribuye a prevenir el embarazo entre adolescentes, pues al hacerlo estarás impulsando a que los jóvenes tengan un mejor desarrollo en sus vidas, disfruten al máximo su etapa y aprovechen mejor sus oportunidades y, asÃ, disminuyan su riesgo y vulnerabilidad a enfrentar situaciones de violencia y delincuencia.
Conoce la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes 2021 – 2024, implementada en México por el Gobierno de la República.
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