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Le atribuyen a Salvador Dalí la siguiente frase: “Cada mañana cuando me despierto, experimento nuevamente un placer supremo: el de ser Salvador Dalí”. Haciendo a un lado el egocentrismo del genio, no puedo más que reconocer el placer que me produce el simple acto de mirar por la ventana, con el primer sorbo a mi taza de café, cada mañana.

Así es como comienza cualquier esfuerzo por mejorar nuestra seguridad: procurando, todo el tiempo, mantener viva esa deliciosa sensación de conexión con el entorno, a través de los sentidos; procurando permanecer alerta, vigilante.

Ahora bien, existe una sustancial diferencia entre mantenerse sospechando o temiendo al entorno, y desarrollar una actitud proactiva, previendo y anticipándose a controlar los factores de riesgo.

Aunque, no le estoy diciendo nada novedoso, de hecho, las formas más antiguas del pensamiento así lo consignan, por ejemplo, ese estado de vigilancia, ese “mantenerse despierto”, es reconocido en el budismo como una de las virtudes relevantes para el logro de la paz interior: “A través del esfuerzo, la vigilancia, la disciplina y el autocontrol es que el hombre sabio hace de sí mismo una isla que ninguna inundación pueda anegar”

En este manual, encontrará usted un esfuerzo de compilación de buenas prácticas, de aplicación cotidiana, que le ayudarán a aumentar su certidumbre, y la de sus cercanos, respecto de potenciales amenazas de la violencia y el crimen en su entorno.

Comienza por aquellas intervenciones que pueden contribuir a mejorar su seguridad, desde una perspectiva situacional, en su hogar, en su trabajo o negocio, en el espacio público, incluso en el ciberespacio; se abordan, luego, algunas amenazas específicas que, es sabido, impactan fuertemente la tranquilidad en nuestras sociedades: el fraude, la extorsión, el secuestro; finalmente, se han integrado sugerencias sobre las acciones a emprender en caso de que usted llegue a ser víctima de la violencia o la delincuencia.

Es imposible asegurarle que estas buenas prácticas lo mantendrán a salvo, no obstante, si puedo asegurarle que se ha puesto un gran cuidado en su elaboración, pues, una y otra vez, se han revisado y corroborado sus contenidos con relevantes expertos en cada tema.

Aún más, estoy seguro de que este esfuerzo de recopilación servirá de poco, o nada, si usted no lo lleva a la práctica; tendrá, entonces, el mismo efecto que un plan de emergencia o un plan de evacuación que es almacenado en el librero y nunca es practicado. La mejoría en su seguridad viene como consecuencia de la perseverancia en la acción, del desarrollo de hábitos.

Hay algo de lo que debemos estar conscientes, la mayoría de los criminales, a menos que haya una motivación pasional de por medio, no lo buscan a usted, en realidad buscan una oportunidad para aprovecharla en su beneficio; si usted desarrolla buenos hábitos, para reducir ese umbral de oportunidad, estará logrando una sustancial reducción en la probabilidad de ser victimizado.

Veinticinco años después de la primera publicación de este Manual y después de más de 100 ediciones, producto de un proceso recurrente de consulta y mejora, sólo puedo decirle que he logrado hacer las paces con la inseguridad (mi inseguridad) porque he comprobado que la seguridad absoluta es una ilusión y que obsesionarse con ella, puede llevarnos a la quiebra, no solo financiera sino también moral.

A medida que crecemos, se nos anima a pensar en el miedo como en una debilidad, de la que debemos despojarnos para ser adultos; eso nos predispone a ignorar, más que a resolver, nuestros miedos. No obstante, el miedo puede adquirir dimensiones brutales en nuestra imaginación; puede llegar a ser tan vívido como la realidad, pero más profundo.

A veces tenemos éxito al tratar con nuestros miedos: los estudiamos y, en consecuencia, implementamos acciones de preparación y respuesta. Pero, es imposible vivir preparándose para todos los miedos que nuestra imaginación inventa, la paranoia acabaría con la riqueza de nuestras vidas. El Teorema de Thomas (William I. Thomas) ilustra esto con precisión: “Si las personas definen las situaciones como reales, éstas serán reales en sus consecuencias”. Así es como se configuran las profecías auto cumplidas, así es como nuestro miedo potencia los efectos de la violencia.

Otro de los aprendizajes en este trayecto de veinticinco años ha sido que, si bien es importante mantenerse proactivamente alerta y tomar el control de algunas variables de nuestro entorno inmediato, la seguridad es, primordialmente, una construcción social, por tanto, los mayores beneficios de nuestros esfuerzos pueden desprenderse de la colaboración en nuestras comunidades.

La seguridad es un asunto de enorme complejidad, como la ecología o la economía; no hay soluciones únicas ni definitivas; cada solución, incluso, acarrea nuevos problemas; corresponde a esa clase de dinámicas en que lo mejor es pensar globalmente, pero actuar localmente.

Veinticinco años después, la experiencia valida el contenido de este manual, pues, si bien conviene pensar en las causas de la violencia e inseguridad de la manera más amplia y profunda, la acción en el entorno inmediato -en el que podemos influir con eficacia- tendrá mayores posibilidades de ser exitosa.

David Lee

Maestro en Responsabilidad Social. Autor del Manual de Seguridad para la Prevención de Delitos, avalado y reconocido por ASIS INTERNACIONAL, traducido al Inglés y Portugués. Revisado para su edición en España y 14 países de Latinoamérica.

Cree que es posible un mundo sin miedo, sin carencias y sin tratos indignos.

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de diversas personalidades y organizaciones con las cuales ha hecho sinergia esta iniciativa.