En lo que ha corrido del siglo XXI y con la herencia del siglo XX, ya nadie discute la gravedad de las amenazas que se enfrentan, las dificultades para predecirlas, la problemática para administrarlas y la incapacidad para resolverlas, sumiéndonos en una permanente incertidumbre, que representa un desafío que los profesionales de la seguridad y administradores de riesgos puros debemos saber enfrentar en el día a día, tratando de ser eficientes y eficaces con los medios que la empresa pone a nuestra disposición, para cumplir nuestra misión de proteger la vida de los que hacen posible el negocio y los activos puestos a su buen recaudo.
El gran cambio de paradigma de la globalización a la post globalidad, es que el triángulo sobre el cual se estructura la una y la otra ha cambiado completamente: mientras los tres elementos centrales de la primera fueron la Sociedad, el Estado y el Mercado; los que sustentan la segunda son la Justicia, la Libertad y la Igualdad; y mientras la globalidad puso al centro el dinero, la post globalidad se está centrando en el ser humano.
Lo anterior trae como consecuencia una cadena intrínsecamente perversa, que representa el mejor terreno fértil para la proliferación de las amenazas, esta es: la desigualdad, profundizando la brecha; pocos y cada vez más ricos versus muchos y cada vez más pobres, la desesperanza; las diferencias salariales y las migraciones y desplazados; el crimen organizado como sistema de vida. Las proyecciones para el año 2040 es que los países desarrollados representarán el 14% de la población mundial, contra el 86% de aquellos no desarrollados.
La Novena Edición del Riesgo Global 2014, definido en el World Economic Forum en la ciudad de DAVOS, pone el foco en tres grandes ejes de los Riesgos Globales: las inestabilidades en un mundo cada vez más multipolar, en La Generación Perdida y la Desintegración Digital.
Así las cosas resulta de toda conveniencia “Pensar Seguridad” y, siendo la economía el motor de la sociedad y la empresa su mejor herramienta, esta debe necesariamente “Pensar Seguridad”, esto significa que dentro de sus pilares estratégicos o de sus valores fundamentales la seguridad debe estar incluida, no tan solo para cautelar sus intereses directos, como lo son sus empleados y activos sino también aquellos indirectos, representados por la sociedad toda, donde se encuentran sus consumidores, sus suplidores y demás actores que la componen e influencian.
No podemos olvidar que nuestros empleados, principal activo de la empresa, son miembros de esa sociedad en donde la empresa está inserta, consecuentemente la acción que sobre aquel se ejerza, debe irradiar a su núcleo esencial y aquel donde interactúa. En este contexto, la empresa debe “Pensar Seguridad”, ahora con una responsabilidad social global de extramuros.
Si nuestro empleado está capacitado para trabajar seguro y la empresa se esfuerza permanentemente, en desarrollar sus mejores habilidades para que sea capaz de enfrentar situaciones de riesgo y ser resiliente al momento de enfrentar una emergencia y, con mayor razón una crisis en su día a día laboral al interior de la compañía; ¿Por qué no prolongarle esa posibilidad de continuar “Pensando Seguridad”, fuera de su jornada laboral, cuando interactúa en su ámbito familiar-privado y social? Quizá a la vuelta lo tengamos potenciado en su actitud de enfrentar ya no solo su actividad laboral de manera segura sino su vida toda.
Desde la perspectiva pura de la empresa y la administración de los negocios en general y, los administradores de seguridad en particular, es importante reforzar los esfuerzos por innovar en la forma de proteger los activos de una empresa. La proposición en este sentido, es que la seguridad trabaje también en el ámbito estratégico de la empresa, sin abandonar el operativo, involucrándose en las actividades de análisis y prospección, teniendo de esta forma, una participación corporativa, abarcando transversalmente las organizaciones y sus actividades.
En el nivel operativo, se debe continuar con la administración de riesgos puros, como herramienta fundamental que permita trabajar sobre los componentes del riesgo: amenaza, vulnerabilidad, probabilidad e impacto, cuyo resultado final será la estructuración de un diseño de seguridad y su correspondiente sistema de administración y control. Todo lo cual, debe encontrar en la tecnología, particularmente en las tecnologías de la información y comunicación (TIC), la carretera por la cual deba conducirse.
Este libro es un real esfuerzo, que permite a la empresa hacer realidad esta quimera que para muchos aún representa, el que sus colaboradores, “Piensen Seguridad”, las 24 horas del día los 7 días de la semana, es decir 24 x 7, en jerga de la seguridad y consecuentemente, todos los esfuerzos empresariales en términos de planificación, políticas y procedimientos, encuentren en sus colaboradores un terreno fértil en que florezca la continuidad del negocio a todo evento, para satisfacción de sus accionistas y de la sociedad.
Este Manual de Seguridad, de David Lee, tiene aquel enfoque holístico que nos habla el reporte de Riesgos de DAVOS 2014, tiene un lenguaje sencillo, al alcance de personas sencillas y tiene, en su creación, la confluencia de muchos expertos en cada materia, en su mayoría nucleados en ASIS International, que asegura la eficiencia en la aplicación de cada una de sus recomendaciones.
ASIS International, es la organización más grande de profesionales en seguridad, que reúne a más de 38,000 miembros a nivel mundial y tiene presencia en 150 países a través de 234 capítulos. Desde su fundación en 1955, está dedicada a incrementar la efectividad y productividad de sus afiliados, mediante programas de estudio y recursos educativos, enfocados a alcanzar la excelencia de sus servicios.