Dime con quién andas y te diré quién eres

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El viejo refrán sigue teniendo más vigencia que nunca. Hoy, en tiempos donde las amistades se construyen tanto en la vida real como en las redes sociales, conviene detenernos a pensar en la influencia que ejercen las personas que nos rodean… y también aquellas que seguimos.

Desde la infancia, los vínculos que formamos modelan nuestra forma de pensar, de actuar y de responder ante los desafíos. Pero en la adolescencia y juventud, esta influencia puede determinar el rumbo que tomamos: hacia la superación o hacia la autodestrucción.

Las investigaciones en psicología social y criminología han demostrado que el entorno social es uno de los factores más determinantes del comportamiento humano. Un joven que convive con personas que normalizan el consumo de drogas, la violencia o el desprecio por la autoridad, corre un riesgo mucho mayor de adoptar esas mismas conductas. Por el contrario, quienes se rodean de personas positivas, trabajadoras y empáticas, tienden a replicar esos valores.

Hoy, sin embargo, el peligro no está solo en las calles. Está también en los espacios digitales donde los grupos, los “chats” y los llamados influencers nocivos pueden ejercer la misma presión que un grupo físico. Muchos de ellos promueven estilos de vida superficiales, la burla hacia los demás o la idea de que el éxito se mide en dinero y seguidores. Ese tipo de influencia no solo distorsiona la realidad, sino que puede normalizar comportamientos de riesgo, consumo o intolerancia.

Por eso, la prevención empieza en la elección de nuestras compañías, tanto reales como virtuales. Padres, educadores y jóvenes pueden desarrollar hábitos simples que fortalezcan su criterio y reduzcan la exposición a entornos nocivos.

Cinco recomendaciones para rodearte de buenas influencias

      1. Evalúa el contenido que consumes. Pregúntate si lo que ves o lees te aporta algo positivo, te enseña o simplemente te genera ansiedad o comparación constante.

      2. Sigue a personas que te inspiren. Busca modelos que promuevan valores, esfuerzo y empatía. La admiración correcta puede convertirse en motor de crecimiento.

      3. Desconéctate de lo que te intoxica. Si una cuenta, grupo o persona te hace sentir inferior o normaliza la violencia, aléjate. El silencio digital también es autocuidado.

      4. Fortalece tus lazos reales. Las conversaciones cara a cara, la familia y los amigos verdaderos ayudan a mantener el equilibrio emocional y la identidad.

      5. Piensa antes de imitar. No todo lo que está de moda es sano o correcto. Reflexiona si tus decisiones reflejan quién eres o solo el deseo de pertenecer.


Construir un futuro más seguro también implica rodearnos de personas e ideas que nos inspiren a ser mejores. Porque, al final, la seguridad empieza por dentro… y se refleja en las relaciones —y las influencias— que cultivamos cada día.

 

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