El nivel de seguridad de un país, tal como si fuera un vaso comunicante, va ligado al nivel de desarrollo del mismo.
Las amenazas a la seguridad ciudadana, se presentan en contextos de vulnerabilidad social, económica e institucional y conforman factores de riesgo en los cuales las personas, principalmente aquellas en condición de vulnerabilidad, son afectadas.
En los países de Latinoamérica, pese a que la CEPAL pronostica un cierre en 2021 con crecimiento de un 5.2%, habiendo logrado disminuir sus niveles de pobreza y desempleo, la violencia y la comisión de delitos se observan al alza.
El crecimiento, sin embargo, no garantiza desarrollo, pues estudios del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo indican que se ha perdido en cuanto al Índice de Desarrollo Humano. La inseguridad representa un fenómeno complejo cuya afectación, por el aumento de la violencia y el delito, se explica básicamente en 4 dimensiones:
- Económico estructural.
Que señala la falta de calidad del crecimiento y del empleo, así como una insuficiente movilidad social. En un contexto de crecimiento económico basado en el consumo, los delincuentes incurren en lo que se podría denominar como “delitos aspiracionales”. - Social.
Donde se observan los cambios en las estructuras familiares, monoparentales, disfuncionales, en los cuales la deserción escolar y el crecimiento de las ciudades, erosionan inevitablemente a un tejido social débil. - Facilitadores del delito.
El fácil acceso a drogas, alcohol y armas, constituyen factores que favorecen la violencia y la comisión de delitos. - Falta de capacidad del Estado.
Debido a las fallas en los sistemas de impartición de justicia, donde la policía, jueces, ministerios públicos y cárceles se desarrollan en ambientes viciados y plagados de corrupción y condiciones adversas.
- Económico estructural.
De tal suerte, ante el problema de la inseguridad, de poco servirá el continuar creciendo si no logramos desarrollarnos. Es preciso reconocer, a título personal, nuestras fallas y lo que nos corresponde hacer.
Lejos de buscar culpables, debemos encontrar soluciones y abocarnos a desarrollar mejores familias, mejores empleos, prevenir adicciones y trabajar con el gobierno para reivindicar a las instituciones y poder, así, vivir en condiciones adecuadas dentro de un nivel de desarrollo pleno y, sobre todo, humano.