¿Cómo prevenir los linchamientos?

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El hartazgo de la sociedad frente a la autoridad que no actúa o que lo hace de forma incorrecta ante los infractores y delincuentes, se ve reflejado en los distintos episodios con linchamientos que han ocurrido en el país, constituyendo una forma más de la violencia social que se vive en nuestros días.

Entre 1988 y 2014 se documentaron, en México, al menos 366 casos relacionados con linchamientos en sus variantes de tentativa y consumación, en los cuales fueron linchadas 752 personas, habiendo perdido la vida un 25% de ellas, es decir 186.

A partir de 2015, de acuerdo a información recabada, los linchamientos han crecido constantemente en el país. De 2015 a 2016 se incrementaron en 37% y para 2018 el repunte fue de 190% respecto a los casos de 2017, al pasar de 60 a 174, mientras que las víctimas pasaron de 110 a 271 entre 2017 y 2018, con un aumento de 146%.

El grupo de ofensores-víctimas de linchamientos, conformado por infractores, delincuentes, presuntos criminales, e incluso funcionarios, policías y militares, han enfrentado la irritación de una ciudadanía que, ante la desconfianza en las autoridades y la impunidad prevaleciente en el país, busca hacerse “justicia” por propia mano.

Si bien resulta cierto que la sociedad está harta de la violencia y la delincuencia, resulta igualmente cierto que los linchamientos son inaceptables e injustificables.

La experiencia demuestra que la muerte realizada por multitudes enardecidas no ha evitado que se cometan otros crímenes. No se debe justificar el homicidio de los homicidas o de los ladrones, pues se legitimaría la furia de aquéllos que, con vocación de verdugos, consideren como crimen de lesa humanidad cualquier acto que, intencional o imprudencialmente, pudiera cometerse en su molestia o perjuicio.

Queramos o no, debemos reconocer que el Estado de Derecho, aún siendo imperfecto, permite la existencia pacífica de la sociedad. Lejos de continuar reaccionando ante el fastidio y el odio, es preciso reconocer nuestras propias carencias a nivel personal, familiar o comunitario y trabajar para superarlas.

A partir de ahí, comenzaremos a observar y reconocer que el fenómeno de la inseguridad, no es tanto ya un asunto de policías y ladrones, sino un grave problema de principios y valores.

Si, por el contrario, aceptamos el imperio de la fuerza sobre la razón y la ley, nuestra seguridad estaría en un peligro constante y viviríamos expuestos a ser linchados en cualquier momento y en cualquier lugar.

Para profundizar en el tema, te recomendamos la lectura del Informe especial sobre linchamientos en el territorio nacional, elaborado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

 

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