Resulta increíble la serie de artimañas que los delincuentes desarrollan para realizar extorsiones telefónicas y los llamados secuestros virtuales.
Mismas que, en México, han hecho de este delito el de mayor crecimiento de que se tiene registro, con orígenes desde la pandemia y con influencia por efectos de la crisis económica: en Estado de México, durante los primeros seis meses de 2022, el delito representó 25 millones de pesos; en Nuevo León presenta incremento constante: 389 en 2020, 601 en 2021 y 305 casos de enero a mayo del presente; en CDMX se dice que disminuyó 61%; mientras que, en forma general, en México creció, de enero a mayo, un 28% con respecto a 2021.
Más increíble resulta, no obstante, el hecho que la gente no establezca códigos de seguridad secretos, con los cuales podría fácilmente prevenirse de estos delitos.
¿Qué son los códigos de seguridad secretos y como funcionan?
Son palabras, frases u oraciones que debemos establecer con nuestros seres queridos y con nuestros conocidos en el ámbito laboral y social, para constar identidad en casos de emergencia o de intentos de extorsión.
Es recomendable establecer un código fácil de recordar, que pueda ser parte de una canción, un refrán o cualquier juego de palabras, por ejemplo: “Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”.
Una vez establecido el código, debe mantenerse secreto entre los usuarios del mismo y, en caso de ser revelado por cualquier motivo, reemplazarse por uno nuevo.
La típica llamada telefónica que se recibe a altas horas de la madrugada, en la cual al contestar, una voz de mujer a gritos exclama “¡Mamá me tienen secuestrada!” La persona que contesta, medio dormida e impactada por la noticia, jura y perjura en ese momento que se trata de su hija y para confirmar le pregunta dubitativamente “Ehhhh ¿Lupita?”. “¡Sí, Lupita mamá, me tienen secuestrada!”
En ese momento, el delincuente arrebata la bocina a la supuesta víctima y amenaza a la persona que contestó, con hacerle daño a Lupita si no accede a entregarle dinero.
La persona es obligada a pagar un rescate por alguien que jamás estuvo secuestrado, de lo cual cae en cuenta cuando la supuesta víctima aparece al poco rato, sana y salva, llegando de alguna fiesta o centro nocturno.
¿Cómo debió haber manejado correctamente la situación la persona que contestó el teléfono?: “¡Mamá me tienen secuestrada!”; “Dame tu código de seguridad”. Y si la persona no le dice “Camarón que se duerme se lo lleva la corriente” (considerando que fuera el código de nuestro ejemplo), no se trata de su hija Lupita, sino de un intento de extorsión y lo conducente es colgar el teléfono y, acto seguido, llamar a su hija a través del teléfono móvil, para constatar que se encuentre bien.
En otras situaciones, niños o jóvenes son engañados en la calle por delincuentes, quienes les indican que fueron enviados por los padres de los mismos menores a recogerlos, debido a que sufrieron un accidente y es preciso que los acompañen para reunirse con ellos.
En estos casos, el menor debe mantenerse a distancia de la persona y preguntarle el código secreto que seguramente sus padres le habrían proporcionado en una circunstancia de esa naturaleza. De no proporcionárselo, el niño determina que se trata de una mentira y debe alejarse para buscar ayuda.
Resulta fundamental, ante las circunstancias que se viven en la actualidad, el establecer este tipo de códigos de seguridad, aprender y comprender la mecánica de su uso y conocer los diversos modus operandi que utilizan los delincuentes.