El World Drug Report 2025 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) confirma una realidad inquietante: el mercado mundial de drogas no solo se mantiene activo, sino que se ha expandido con más fuerza y sofisticación que nunca. Esta evolución tiene impactos profundos en todas las regiones del planeta, y América Latina no es la excepción.
Uno de los hallazgos más alarmantes es el crecimiento sin precedentes del mercado de la cocaína. En 2023, se produjeron más de 3,700 toneladas de cocaína a nivel mundial, con Colombia como epicentro de este auge, debido al aumento de los cultivos de coca y al perfeccionamiento de los métodos de producción. Al mismo tiempo, el consumo global aumentó, alcanzando los 25 millones de usuarios, y los decomisos también rompieron récords, especialmente en Europa, que ha superado a Norteamérica como principal destino.
La violencia ligada al narcotráfico, igualmente, se intensificó. Casos como el de Ecuador —con un salto en la tasa de homicidios de 7.8 a 45.7 por cada 100,000 habitantes entre 2020 y 2023— reflejan cómo el control de rutas y mercados por parte de organizaciones criminales genera inestabilidad y muerte.
Paralelamente, el auge de las drogas sintéticas —como las metanfetaminas, el tramadol y los opioides sintéticos como el fentanilo y los nitazenos— representa una amenaza creciente. Estas sustancias, fáciles de producir y altamente potentes, han comenzado a infiltrarse en mercados antes poco afectados, incluyendo países africanos, asiáticos y latinoamericanos. México, por ejemplo, ha experimentado un alza considerable en los tratamientos por trastornos relacionados con el fentanilo entre 2018 y 2023.
El informe también destaca que, pese a la disminución en la producción de opio en Afganistán tras su prohibición en 2022, las reservas almacenadas mantienen el flujo de heroína, mientras crece la preocupación por un posible reemplazo de esta droga por opioides sintéticos más peligrosos.
¿Y América Latina?
Nuestra región no solo es zona de origen y tránsito, sino también de consumo creciente. La expansión del tráfico de cocaína hacia África y Asia, con rutas que parten desde América del Sur, nos exige a gritos asumir nuestra responsabilidad regional en este engranaje global. Los datos sobre el aumento del consumo en zonas antes marginales del mercado sugieren que las estrategias de prevención, tratamiento y control no están logrando contener el fenómeno.
Por lo anterior, es preciso reflexionar al respecto y cuestionarnos:
- ¿Estamos diseñando políticas de drogas basadas en datos, ciencia y enfoques centrados en las personas, o seguimos atrapados en respuestas punitivas que ignoran el contexto social?
- ¿Qué acciones urgentes pueden tomar los gobiernos latinoamericanos para fortalecer los sistemas de salud, tratamiento y prevención desde edades tempranas?
- ¿Cómo podemos evitar que las redes criminales trasnacionales encuentren refugio en nuestras debilidades institucionales y económicas?
- ¿Estamos preparados para el auge de las drogas sintéticas y el desvío de rutas hacia nuestras comunidades más vulnerables?
- ¿Qué papel deben jugar las empresas, las universidades y las organizaciones civiles en la construcción de una estrategia regional integral?
- ¿Estamos diseñando políticas de drogas basadas en datos, ciencia y enfoques centrados en las personas, o seguimos atrapados en respuestas punitivas que ignoran el contexto social?
Urge repensar nuestras políticas y sumar esfuerzos para enfrentar una amenaza que ya no es solo del otro lado del mundo: está entre nosotros.
Conoce a detalle el World Drug Report 2025 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y saca tus propias conclusiones.