Los estafadores, como verdaderos maestros de la persuasión y del engaño, requieren de la “colaboración y contribución” de sus víctimas para lograr sus fines.
En ese sentido, la comunicación que deben establecer con ellas, juega un papel fundamental, donde el mensaje que envían como “anzuelo”, debe contener la “carnada” perfecta de acuerdo al tiempo, modo y lugar en el que ambos se encuentren.
Para alertar a las personas de este tipo de pillos, la comunicación y divulgación de sus tácticas juega, de igual manera, un aspecto importante en la prevención.
Continuando con las modalidades callejeras de estafa, destacan, entre muchas otras, las siguientes:
Ayuda y chantaje emocional.
En terminales de autobuses o aeropuertos, existen personas que argumentan haber sido deportadas de Estados Unidos y, sollozando, suplican a las personas que les ayuden con dinero para comida y para el pasaje de regreso a su casa.
Otros abordan a las víctimas en estacionamientos de centros comerciales y, señalando un vehículo a lo lejos con el cofre abierto, les indican que han sufrido una descompostura y solicitan su apoyo para pagar a un mecánico. Ofrecen, incluso, algo en venta (su reloj, un anillo o alguna prenda u objeto).
Simulando el haber extraviado su cartera o haber sido asaltados, personas bien vestidas, a las afueras de plazas comerciales, solicitan ayuda para pagar un taxi e irse a su casa.
Venta de productos.
Utilizando niños pequeños, estafadores bien vestidos, se acercan a las personas en plazas comerciales al momento de realizar su pago de estacionamiento en las máquinas, donde los menores les ofrecen en venta chocolates de “lujo” para la “colecta de fondos para su escuela”. Otros, con un ramo de flores en la mano, se aproximan a una pareja y entregan una flor a la dama, quien la recibe halagada, y solicitan a su pareja un pago excesivo. Éste último, por evitar mostrarse como una persona poco gentil o tacaña, accede al pago.
En los estacionamientos, de igual forma, personas de origen “extranjero” y bien vestidas, ofrecen lotes de trajes “italianos”, tapetes “persas” o equipos de sonido a precios de remate, argumentando que fueron saldos de alguna tienda de prestigio o muestras para alguna exposición o feria a la que acudieron y les resulta mejor el rematarlos, que pagar el flete y los impuestos para regresarlos a su país de origen.
En los tráficos de la gran ciudad, y cercano al acceso a los segundos pisos, operan vendedores “autorizados” que ofrecen a los automovilistas tarjetas o dispositivos de acceso “pre-pagados”, que no cuentan con el saldo indicado o de plano, al momento de pasar por los lectores para levantar la pluma de acceso, no funcionan.
Falsas ONG’s.
Recaudando fondos “sin fines de lucro”, para organizaciones reales o fantasmas, los estafadores, disfrazados de voluntarios, abordan a sus víctimas ostentándose con credenciales y alcancías con el logotipo de la organización, indicando en un breve discurso la causa que atiende. Para que no quede duda de su legitimidad entregan, incluso, una estampilla adhesiva a los donadores con el logotipo.
En otra modalidad y para captar mayores fondos para la causa, que en realidad es “su causa”, ofrecen productos artesanales o alimenticios de baja calidad, supuestamente elaborados por indígenas o personas con alguna discapacidad.
En sitios turísticos.
Los estafadores especializados en turistas, emplean diversas tácticas: se aproximan a una persona, generalmente a una mujer, la toman de la mano y le colocan “la pulsera de la amistad”, elaborada con hilo de cáñamo resistente y con un tejido vistoso multicolor. La pulsera es colocada rápidamente en la mano de la víctima y cerrada.
Acto seguido exigen el pago de la pulsera. Si la persona no accede e intenta devolverla, cae en cuenta que el nudo es “ciego”, prácticamente imposible de deshacer y sería necesario romper la pulsera para quitársela. La situación se torna incómoda y la persona con tal de salir de ella, accede al pago.
En hoteles, se cuelan a los pasillos y entregan por debajo de la puerta promocionales de comida (pizzas, hamburguesas, etc.) en paquete con bebidas a precios considerablemente bajos y con servicio de entrega al cuarto. La persona llama para hacer su pedido y se le indica que el pago únicamente se puede hacer con tarjeta de crédito. Al proporcionar los datos, la tarjeta es utilizada a discreción por el estafador.
Evita caer en este tipo de estafas, desconfía de personas que amablemente se te acerquen en la calle con alguna de estas peticiones u ofertas por buenas que sean, no aceptes tomar en tus manos cosas o que te sea colocado algún “souvenir”.
No te “enganches” ni discutas con las personas, rechaza de manera amable pero firme la oferta, o niega la ayuda argumentando que ya cooperaste, o indicando a la persona que no tienes dinero y que tienes prisa de llegar a otro lado y aléjate del lugar.
Si consideras ayudar a una ONG, cerciórate de la legitimidad de su campaña y de sus formas de recaudación de fondos.
Al viajar y solicitar alimentos a tu cuarto, distintos a los del hotel, pide ayuda o referencia a la recepción del hotel para identificar a proveedores confiables. No proporciones los datos de tu tarjeta vía telefónica, realiza tu pago al recibir y da aviso a la recepción del hotel para que la entrega se realice de forma segura.
¿Conoces alguna otra estafa que quieras compartir con nuestros lectores?, ¿tienes alguna experiencia con este tipo de delincuentes?
No olvides consultar nuestras ediciones Estafas Callejeras Parte Uno y Parte Dos.