Vivienda segura

Seguridad al comprar o vender vivienda
Leobardo Ahumada

“Una vivienda segura es aquella que integra protección física, percepción positiva y entorno social cohesionado.”

Leobardo Ahumada

Es licenciado en derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México, licenciado en Ingeniería en Sistemas por la Universidad Utel. Diplomado en Seguridad Nacional y Seguridad Pública, por el Colegio de Defensa del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos. Entrenado por el FBI en reconocimiento básico de terrorismo.

Fue parte de las fuerzas Armadas, así como de la Policía de México entre los años 2001 a 2010.

Profesional Certificado en Protección (CPP) ASIS. Oficial Certificado en Protección (CPO) International Foundation for Protection IFPO Certificado en Ciber Seguridad CC ISC2.

Se ha desempeñado en el sector privado en cargos de responsabilidad como coordinador, jefe y gerente de seguridad en empresas multinacionales, habiendo realizado evaluaciones de riesgos y asesorías en temas de seguridad, manejo de crisis en diversos países latinoamericanos, EE. UU. y Canadá, en entornos hostiles,  así como en zonas de alto riesgo criminal.

Actualmente se desempeña como Gerente Regional de Seguridad para América en una corporación multinacional líder en soluciones energéticas, donde lidera estrategias de mitigación de riesgos, continuidad de negocios y resiliencia organizacional.

 

Elegir una vivienda es una de las decisiones más trascendentales en la vida, no solo por su impacto financiero y personal, sino por las implicaciones directas que tiene en la seguridad y bienestar de quienes la habitarán. Más allá de aspectos como ubicación, plusvalía o cercanía a servicios, es fundamental realizar un análisis detallado de los factores de seguridad que pueden afectar la calidad de vida.

Análisis de Riesgos. Antes de elegir una vivienda, es esencial realizar un análisis de riesgos. Esto implica identificar las amenazas potenciales que pueden representar un peligro para la integridad física o patrimonial de los habitantes. El riesgo, entendido como una condición inherente a cualquier actividad cotidiana, puede minimizarse con medidas preventivas eficaces.

Factores de Riesgo Externos. Entre los elementos más importantes que se deben considerar se encuentran:

  • Fenómenos naturales: sismos, inundaciones, tormentas, huracanes o nevadas frecuentes en la zona.
  • Índices de criminalidad: consultar estadísticas locales de delitos como robos, asaltos, vandalismo o violencia de género.
  • Manifestaciones sociales y eventos masivos: zonas con alta frecuencia de protestas, conciertos o eventos deportivos pueden presentar riesgos colaterales.
  • Proximidad a infraestructuras críticas: vivir cerca de gasoductos, plantas industriales o vías de alta circulación puede aumentar el riesgo de accidentes, incendios o explosiones.


Factores de Riesgo Urbanos

  • Accesibilidad y vías de comunicación: la cercanía a carreteras con altos índices de accidentes representa un factor importante a evaluar.
  • Iluminación y vigilancia: un entorno mal iluminado o sin presencia de seguridad pública o privada incrementa la vulnerabilidad.
  • Condiciones para el desplazamiento: la posibilidad de caminar o usar transporte público de forma segura reduce la necesidad de usar vehículo, disminuyendo riesgos asociados a accidentes o robos.


Asesoría profesional.
Contar con el apoyo de un profesional en seguridad puede marcar la diferencia. Aunque no todas las personas tienen acceso a este tipo de consultoría, existen recursos y guías para orientar la toma de decisiones de forma consciente y fundamentada. Evaluar la seguridad de una vivienda no debe ser un proceso improvisado: es una inversión en tranquilidad y futuro.

Los errores frecuentes al elegir una vivienda desde el enfoque de seguridad son:

  • Priorizar precio o estética sobre el contexto
    Muchas familias eligen viviendas atractivas y económicas sin considerar que estén en zonas con alta delincuencia o escasa presencia institucional.
  • Confiar ciegamente en la publicidad
    Los desarrolladores suelen prometer seguridad y control de accesos, pero en la práctica estas medidas pueden ser deficientes o apenas en construcción.
  • No consultar fuentes públicas de seguridad
    Ignorar información disponible sobre delitos en la zona —como plataformas oficiales o foros vecinales— es actuar sin una visión clara del entorno.
  • Desconocer el comportamiento del entorno en distintos horarios
    Algunas zonas aparentan seguridad de día, pero por la noche o fines de semana revelan problemas como calles desiertas o conductas de riesgo.
  • Falta de cultura preventiva familiar
    No instruir a todos los miembros del hogar sobre medidas básicas de seguridad genera vulnerabilidades que pueden ser explotadas por delincuentes.

Una vez comprendido el concepto de riesgo y las medidas que pueden aplicarse para mitigarlo, el siguiente paso es establecer un objetivo claro. Este objetivo varía según cada persona, pero para fines prácticos, supondremos que se busca una vivienda en una zona céntrica, segura y acorde al presupuesto disponible.

Antes de la visita

Definir el presupuesto. Con base en tu capacidad económica, identifica colonias o barrios que se ajusten a tu presupuesto y que ofrezcan condiciones adecuadas de seguridad.

Delimitar la zona de búsqueda en un mapa. Antes de recorrer físicamente la zona, analiza lo siguiente:

  • Consulta fuentes abiertas sobre seguridad, como el semáforo delictivo o portales oficiales locales.
  • Evalúa la distancia entre la posible vivienda y lugares clave como el trabajo o la escuela.
  • Revisa las vías de comunicación principales.
  • Ubica hospitales, supermercados, bancos, transporte público, entre otros servicios esenciales.

Durante la visita

Recorrer la zona y visitar propiedades. Al identificar viviendas potenciales:

  • Camina por la zona para tener una percepción directa del entorno.
  • Solicita citas para visitar propiedades y evalúa:


Aspectos generales de la vivienda:

  • Antigüedad del inmueble.
  • Estado físico y mantenimiento.
  • Documentación legal vigente.
  • Opinión de vecinos sobre la seguridad en la zona.


Características de seguridad:

  • Estacionamiento (¿cuenta con él?, ¿cuántos espacios?).
  • Presencia de barda perimetral, concertina e iluminación externa.
  • Vigilancia privada o comunitaria.
  • Accesos controlados, tanto al conjunto como al edificio.
  • Cisterna funcional.
  • Servicios básicos garantizados (agua, luz, gas).
  • Administración que atienda áreas comunes.
  • Amenidades que incrementen el valor del inmueble.


Protección civil:

  • Plan de emergencia aprobado por autoridades.
  • Punto de reunión y rutas de evacuación señalizadas.
  • Escaleras de emergencia.
  • Sistema contra incendios (extintores, hidrantes, alarmas).
  • Condiciones del entorno (zona sísmica, riesgo de inundación, presencia de nevadas, granizadas, huracanes o tornados).


Aspectos legales y administrativos:

  • Verifica que no tenga gravamen.
  • Asegúrate de que esté libre de adeudos (mantenimiento, agua, luz, gas).
  • Confirma las medidas oficiales y el uso de suelo ante el catastro local.


Después de la visita

Evaluación y comparación de propiedades:

  • Asigna una puntuación a cada rubro según tus necesidades y prioridades.
  • Verifica que cada propiedad cumpla con tus criterios mínimos de seguridad.
  • Compara opciones mediante fotografías, notas y análisis de datos.
  • Evalúa cada zona en términos de seguridad, acceso a servicios y exposición a riesgos naturales.
  • Da prioridad a inmuebles con planes de protección civil establecidos.
  • Una vez tomada la decisión, realiza la oferta correspondiente.


Recomendaciones de expertos en seguridad

  • En caso de departamentos, se recomiendan los pisos del 1 al 5 por accesibilidad y seguridad.
  • Las casas deben estar preferentemente en conjuntos cerrados con bardas perimetrales, cámaras y controles de acceso.
  • Toda propiedad debe contar con vigilancia activa y control de acceso para reducir el riesgo de robo.
  • Es indispensable la existencia de escaleras de emergencia o rutas de evacuación seguras.
  • Verifica que exista una cisterna que garantice el suministro constante de agua.
  • Busca propiedades con sistemas contra incendios, siendo un plus contar con hidrantes y extintores en áreas comunes.

La seguridad jurídica es tan importante como la física al elegir una vivienda. A continuación, se detallan los aspectos legales fundamentales que los expertos recomiendan revisar con rigor:

Para compradores o arrendatarios:

  1. Leyes locales aplicables
    Verifique si en la ciudad o estado existen leyes especiales que regulen la compra o renta de inmuebles. Algunas normativas clave incluyen:

    • Ley de extinción de dominio: puede aplicarse si el inmueble está relacionado con actividades ilícitas.

    • Leyes fiscales: asegúrese de conocer si existen impuestos especiales por la enajenación o renta del inmueble.

  2. Situación legal del propietario
    • Investigue si el vendedor o arrendador enfrenta procesos civiles o penales activos.

    • Realice una verificación de antecedentes legales y financieros para asegurarse de que el inmueble fue adquirido de forma lícita.

    • Evite fraudes: consulte en el registro público si el inmueble ha sido vendido más de una vez en un mismo periodo. Esto, aunque parece improbable, ocurre con frecuencia.


Para propietarios que rentan un inmueble:

  1. Perfil del arrendatario
    Antes de firmar un contrato, investigue exhaustivamente a la persona interesada en alquilar el inmueble:
    • Verifique antecedentes penales y civiles.

    • Solicite y confirme el número de seguridad social.

    • En caso de empleo, comuníquese con la empresa para confirmar su relación laboral estable.

    • Si es comerciante, pida estados de cuenta bancarios que demuestren solvencia económica.

  2. Resguardo legal del propietario
    • Firme un contrato en el que el inmueble quede liberado de cualquier responsabilidad por actividades ilícitas del arrendatario (como narcotráfico o delincuencia).

    • Solicite un aval solidario, que responda en caso de incumplimiento del contrato.

    • El contrato debe especificar con claridad el inicio y término del arrendamiento, y debe actualizarse al menos una vez al año.

 
Resultados esperados tras una evaluación legal efectiva:

    • Documentación legal en orden: 100% validada.

    • Cobertura de seguridad: al menos 90% de los aspectos revisados deben estar cumplidos.

    • Evaluación de antecedentes: se recomienda una tasa de cumplimiento positiva del 95% para dueños, compradores o arrendadores.

    • Condiciones sociales del entorno: una calificación mínima del 80% es aceptable para considerar hacer una oferta.


Con estas precauciones básicas, se puede lograr hasta un 90% de éxito en la elección segura de una vivienda, dejar un 5% para la capacidad de reacción ante imprevistos y confiar el 5% restante a la buena fortuna.

Cuando hay niños pequeños en la familia, la seguridad del hogar debe pensarse desde una lógica preventiva. Lo primero es garantizar que los accesos sean controlables: puertas con cerrojos internos, ventanas con protecciones seguras, pero no que impidan una evacuación en caso de incendio. También hay que cuidar los desniveles dentro del hogar, las escaleras sin barandales y los balcones sin protección, que son focos de accidentes domésticos.

Pero más allá del interior, debemos mirar el contexto. ¿Hay parques cercanos, pero sin vigilancia? ¿Las calles son seguras para caminar con un cochecito o una bicicleta? En muchas colonias, los padres dejan de usar los espacios públicos por miedo, y eso también limita el desarrollo de los niños. He conocido familias que se mudaron a fraccionamientos cerrados pensando que eso bastaba, pero que se toparon con la realidad de que algunos vecinos permitían el ingreso de personas ajenas sin mayor filtro, o que las casetas no estaban realmente operadas por personal capacitado.

Con hijos, todo se intensifica: necesitamos entornos que no solo tengan bardas, sino cultura de seguridad compartida. En una encuesta de percepción ciudadana en América Latina, más del 60% de los padres mencionaron que la inseguridad había modificado sus hábitos de convivencia familiar. Eso no puede tomarse a la ligera.

Uno de los errores más frecuentes es asumir que una vivienda es segura solo porque está dentro de un fraccionamiento cerrado. La realidad es que el acceso controlado no garantiza la ausencia de riesgo si no se acompaña de una estrategia integral. Otro error es enamorarse del precio bajo y obviar que en muchas ocasiones este se debe a que la zona tiene antecedentes de violencia o robos. He visto personas que compraron viviendas de remate sin saber que se trataba de casas invadidas o que habían sido usadas como casas de seguridad por grupos criminales.

También es común que se minimicen temas como la iluminación externa, la conectividad con servicios de emergencia o la cercanía con zonas conflictivas. En la práctica, muchas decisiones se toman desde la emoción o desde el bolsillo, pero la seguridad no puede ser un factor secundario.

Un estudio regional mostró que en más del 40% de los casos de intrusión delictiva, los delincuentes accedieron por entradas traseras o patios sin protección. Evaluar una vivienda debe hacerse también de día y de noche, y con una mirada crítica, como si uno fuera un delincuente buscando puntos vulnerables. Así se pueden prevenir sorpresas desagradables.

La tecnología aplicada al hogar es hoy una aliada fundamental en la prevención del delito, pero debe entenderse como parte de un sistema y no como una solución mágica.

Cámaras de videovigilancia, sensores de movimiento, cerraduras electrónicas, alarmas conectadas al celular: todas son herramientas poderosas si se usan correctamente. Sin embargo, he conocido casos en que las cámaras estaban instaladas, pero nadie las monitoreaba. O sistemas de alarma que no estaban conectados con ninguna central de respuesta.

La clave es diseñar un ecosistema: combinar tecnología con hábitos de seguridad. Por ejemplo, una cámara es útil si se ubica en un punto estratégico, si su imagen tiene buena calidad y si quien la ve sabe interpretar lo que ocurre. La domótica, por su parte, permite incluso simular presencia cuando uno está fuera, algo especialmente útil en zonas con alta incidencia de robo a casa habitación.

En países como México, Colombia y Brasil, donde estos delitos han repuntado en zonas urbanas, las familias que integran tecnología como parte de su rutina muestran menor propensión a sufrir afectaciones. Eso sí, nunca hay que olvidar que la mejor tecnología es aquella que también fortalece la participación ciudadana, como las plataformas vecinales digitales.

La iluminación es uno de los factores de seguridad más subestimados y, sin embargo, es uno de los más eficaces. Una casa bien iluminada disuade al delincuente, reduce los accidentes domésticos y mejora la sensación de control.

En exteriores, una banqueta con luminarias funcionales es un espacio que permite a los vecinos verse, vigilarse y apoyarse. Dentro del hogar, una buena iluminación en pasillos, escaleras y entradas, ayuda a prevenir caídas y permite reaccionar mejor ante cualquier incidente. Un estudio de percepción urbana en capitales latinoamericanas arrojó que más del 70% de los habitantes evita salir por la noche por miedo, especialmente en calles sin luz.

He trabajado con desarrollos habitacionales que, al mejorar su alumbrado público, redujeron en un 40% las denuncias por vandalismo y robo en menos de seis meses. Es una inversión relativamente baja con un alto impacto. Por eso, al elegir vivienda, recomiendo visitar el sitio por la noche.

Si da miedo caminar o hay zonas oscuras donde podría esconderse alguien, es una alerta inmediata. La luz no solo revela lo que hay, también comunica que hay presencia, que hay vigilancia social, que hay vida activa.

Existe un principio universal en materia de seguridad física: el delincuente siempre buscará el camino de menor resistencia. Por ello, cada acceso de una vivienda debe representar una barrera real, disuasiva y funcional, no solo simbólica.

Cerraduras y puertas

Cerraduras de alta seguridad: Se recomienda el uso de cerraduras multipunto, con sistema antiganzúa, cilindros de seguridad y protección antitaladro. Estas cerraduras no solo retrasan la intrusión, sino que muchas veces la desincentivan por completo.

Puertas sólidas y reforzadas: Las puertas exteriores deben estar fabricadas con materiales resistentes como acero o madera maciza, con refuerzos internos metálicos, bisagras ocultas y pernos de anclaje al marco.

Cerraduras inteligentes: Hoy en día existen modelos que pueden conectarse al celular, enviar alertas en tiempo real, registrar accesos y permitir la apertura remota. Estas tecnologías mejoran el control y la capacidad de respuesta.


Ventanas, rejas y puntos vulnerables

Rejas visibles y robustas: Deben ser de acero, con diseño que combine estética con funcionalidad. La visibilidad desde el exterior no debe ser sacrificada, ya que una casa muy cerrada puede facilitar el ocultamiento de un intruso.

Protecciones en ventanas traseras y laterales: Son puntos frecuentemente olvidados, pero altamente vulnerables. Todas deben contar con barrotes o películas antiimpacto.

Tragaluces, ductos o accesos no convencionales: Estos deben ser reforzados o bloqueados, especialmente si están al alcance desde el exterior o desde azoteas colindantes.


Control de accesos y perímetro

Cámaras de videovigilancia: Colocadas estratégicamente, permiten el monitoreo y la recolección de evidencia. Se recomienda integrarlas a sistemas conectados a la nube o con respaldo local.

Sensores de movimiento y alarmas: Incrementan la capacidad de reacción ante un intento de intrusión. Pueden activarse por zonas, horarios o presencia.

Portones eléctricos con control remoto o código: Agilizan el acceso sin comprometer la seguridad.

Iluminación perimetral automatizada: Una casa bien iluminada reduce la posibilidad de ser blanco de robo, especialmente en entradas, pasillos y jardines.

Contar con la mejor tecnología o los materiales más robustos es inútil si no se usan correctamente. En múltiples evaluaciones de riesgo he encontrado viviendas con puertas blindadas mal cerradas, rejas sin seguro o sistemas inteligentes desactivados por descuido.

La seguridad debe ser comprendida como una actitud permanente, no como un conjunto de objetos. El hábito de cerrar bien, revisar puntos débiles y mantener protocolos familiares simples —como no abrir a desconocidos o reportar movimientos extraños— marca la diferencia.

Una vivienda segura no se construye con miedo, sino con conciencia y responsabilidad. Pensar en cada acceso como una frontera es proteger no solo bienes materiales, sino lo más importante: la vida y la tranquilidad de quienes habitan ese espacio.

La seguridad no depende únicamente de alarmas, cámaras o policías: comienza por el tejido social. En mi experiencia profesional, una comunidad organizada y activa puede tener un impacto más profundo y sostenido que muchas empresas de seguridad privada.

Cuando los vecinos se conocen, se saludan y mantienen canales de comunicación efectivos, el entorno cambia radicalmente:

    • Se generan redes de vigilancia ciudadana que identifican rápidamente comportamientos anómalos.

    • Se comparte información clave, como movimientos extraños o vehículos sospechosos.

    • Se fortalece el sentido de pertenencia, lo que motiva a todos a cuidar el entorno común.


Una comunidad articulada ejerce presión social positiva para exigir servicios públicos adecuados (alumbrado, recolección de basura, presencia policial) y para mantener las áreas compartidas en buen estado.

En zonas donde los cuerpos de seguridad pública son limitados, los comités vecinales han logrado reducir los índices de criminalidad en más del 30%. He conocido fraccionamientos donde los vecinos:

    • Se turnan en rondas nocturnas voluntarias.

    • Instalan sistemas de videovigilancia comunitarios.

    • Crean grupos digitales (WhatsApp, Telegram) para reportes en tiempo real.


Uno de estos fraccionamientos, tras implementar estas medidas, no ha registrado un solo robo en años. Esto no es casualidad, sino el resultado de una acción colectiva y sostenida.

Es importante aclarar que la organización vecinal no debe suplantar el rol de las autoridades, pero sí puede colaborar activamente:

    • Participando en programas de “vecino vigilante”.

    • Estableciendo protocolos comunitarios de seguridad.

    • Realizando reportes coordinados a las autoridades.


Por ello, al evaluar una vivienda, es crucial observar el nivel de cohesión social del entorno:

    • ¿Existe un comité vecinal activo?

    • ¿Se celebran reuniones periódicas?

    • ¿Hay disposición a colaborar?

    • ¿Los vecinos se conocen y se saludan?


La seguridad es más fuerte donde hay comunidad. Al final, como bien se dice en el ámbito de la prevención: la seguridad no es solo una responsabilidad individual, es un bien colectivo que se construye entre todos.

Cuando una persona o familia se muda, atraviesa un período de alta vulnerabilidad, muchas veces sin saberlo. Este cambio de entorno, rutina y contexto genera ciertas condiciones que pueden ser aprovechadas por la delincuencia, especialmente en zonas urbanas.

Los principales delitos que suelen afectar a recién llegados:

    1. Robo a casa habitación sin violencia. Es el delito más frecuente. Suele ocurrir en los primeros días de instalación, cuando aún no se han reforzado accesos, cambiado chapas o instalado protecciones. Los delincuentes aprovechan la falta de hábitos seguros y el desconocimiento del entorno.

    2. Fraudes inmobiliarios. Personas que rentan o compran propiedades que ya han sido vendidas o que tienen problemas legales. Estos fraudes se dan, principalmente, por falta de verificación notarial y legal antes de firmar contratos.

    3. Asaltos al ingresar o salir del domicilio. Sucede cuando los delincuentes detectan rutinas repetitivas (como horarios de entrada o salida) o movimientos de mudanza que involucran objetos de valor.

    4. Robo de vehículos estacionados en la calle. Es común en viviendas sin cochera o donde no se ha verificado si la zona es segura. Durante las primeras semanas, la falta de conocimiento sobre zonas de riesgo expone a los vehículos.

    5. Usurpación de identidad o estafas de servicios. Algunas personas recién mudadas son víctimas de delincuentes que se hacen pasar por personal de servicios (agua, luz, gas, TV) para ingresar al domicilio y cometer robos o fraudes.


¿Por qué suceden estos delitos con más frecuencia al mudarse?

    • Falta de conocimiento del entorno: Se desconoce el nivel de criminalidad de la zona, las calles peligrosas o las horas de mayor riesgo.

    • Rutinas poco estructuradas: En los primeros días, las personas no tienen rutinas fijas, lo que impide establecer mecanismos de defensa personal y familiar.

    • Seguridad incompleta o improvisada: No se han hecho ajustes en chapas, rejas, alarmas o iluminación.

    • Ausencia de redes de apoyo: Al no conocer a los vecinos, no existe una red de observación o auxilio en caso de emergencia.

    • Falsa sensación de seguridad: Algunos creen que por tratarse de un fraccionamiento nuevo o con vigilancia parcial, los riesgos desaparecen, cuando en realidad los delincuentes también observan los cambios residenciales.


Por eso siempre insisto: mudarse implica también rediseñar la estrategia de seguridad personal y familiar. No basta con mover los muebles: hay que ajustar los hábitos, conocer el entorno y blindar el nuevo hogar desde el primer día.

Llegar a una nueva vivienda —y muchas veces a un nuevo entorno social, urbano e incluso cultural— implica una etapa crítica desde el punto de vista de la seguridad. Los primeros días son clave para observar, adaptarse y establecer rutinas seguras. Las recomendaciones más importantes basadas en mi experiencia en análisis de riesgos residenciales son:

1 - Reconocer el entorno inmediato

Antes de instalarse por completo, es fundamental caminar la zona de día y de noche. Esto permite identificar:

    • Áreas mal iluminadas o poco transitadas.
    • Zonas de riesgo cercanas (baldíos, bares, callejones sin salida).
    • Rutas seguras hacia supermercados, transporte y servicios básicos.


2 - Revisar todos los accesos de la vivienda

    • Cambiar chapas y claves de acceso (si son digitales), sin excepción.
    • Probar ventanas, tragaluces y puertas traseras, asegurándose de que cierren correctamente y cuenten con protecciones.
    • Verificar que la cisterna, interfonos, cercas eléctricas o sensores de movimiento funcionen y estén activos.


3 - Presentarse con los vecinos

    • Hacer contacto inicial es más que cortesía: genera confianza, crea redes y permite detectar situaciones anómalas más rápidamente.
    • Preguntar sobre experiencias en seguridad en la zona suele aportar información valiosa no disponible en internet.


4 - Establecer rutinas de protección

    • Definir horarios seguros para entradas y salidas.
    • Instruir a todos los integrantes del hogar (incluidos niños, adultos mayores y personal de servicio) sobre protocolos básicos: cerrar bien, no abrir a extraños, reportar anomalías.
    • Instalar sistemas de seguridad conectados al celular, si es posible: cámaras, sensores o videoporteros.


5 - Integrarse a grupos vecinales o comunitarios

    • Participar en chats, foros o reuniones mejora el flujo de información útil y la reacción ante eventos.
    • Si no existe un grupo vecinal, considerar impulsarlo. El primer paso puede ser crear un canal de comunicación básica entre vecinos inmediatos.


6 - Actuar con discreción.
Evitar comentar en redes sociales o con desconocidos que se acaba de mudar o que se está solo/a. También es prudente no mostrar públicamente los objetos de valor, ni compartir rutinas exactas.

7 - Contratación segura de empleados domésticos. La entrada de personal externo al hogar debe manejarse con total responsabilidad:

    • Solicitar identificación oficial, comprobantes de domicilio y referencias laborales verificables.
    • Realizar una entrevista presencial y, si es posible, una consulta básica de antecedentes.
    • Evitar contrataciones apresuradas a través de redes sociales o anuncios sin intermediarios confiables.
    • Informar claramente las normas de seguridad internas: no abrir a desconocidos, no compartir datos familiares, mantener cerradas puertas y ventanas.
    • Supervisar los primeros días de trabajo y mantener una comunicación clara y respetuosa.
    • Considerar establecer un contrato laboral formal con cláusulas de confidencialidad.


La seguridad no comienza cuando sucede algo, sino desde el primer día en que se pisa un nuevo lugar. Adaptarse al entorno con ojos críticos, implementar medidas preventivas y fomentar relaciones vecinales son claves para establecer una rutina segura y tranquila.

Vender o traspasar una propiedad no solo implica un proceso legal y financiero: también conlleva riesgos de seguridad personal, documental y patrimonial si no se toman las precauciones necesarias. A continuación, comparto las principales recomendaciones para realizar esta operación de forma segura:

1 - Verifica que toda la documentación esté en orden

    • Asegúrate de tener escrituras, pagos de predial, servicios y mantenimiento actualizados y en regla.
    • Solicita una constancia de no adeudo de servicios públicos y de la administración (si aplica).
    • En caso de copropiedad, asegúrate de que todos los propietarios estén de acuerdo y presentes o representados legalmente.


2 - Investiga al posible comprador

    • Realiza una verificación de antecedentes de la persona interesada: identidad, situación legal, actividad económica.
    • Pide referencias si es posible y evita tratos con intermediarios informales o sin respaldo notarial.
    • Si es una empresa o entidad, verifica su registro legal y trayectoria.


3 - Organiza las visitas con protocolos básicos de seguridad

    • No recibas desconocidos solo/a en casa. Idealmente, ten compañía o cita en horarios seguros.
    • Solicita identificación previa antes de agendar la visita.
    • Nunca muestres documentos originales ni detalles de seguridad del inmueble (ubicación de cajas fuertes, accesos alternos, etc.)


4 - Realiza el proceso de traspaso con apoyo legal

    • Todo acuerdo debe ser formalizado ante notario público o con asesoría legal calificada.
    • Evita firmar documentos anticipados sin revisión y nunca entregues llaves antes del cierre legal de la operación.
    • Si se trata de un traspaso por medio de crédito, asegúrate de que el banco valide la operación y libere cualquier gravamen previo.


5 - No publiques en exceso información del inmueble

    • Usa canales confiables para anunciar tu propiedad, pero evita compartir públicamente:
      • Dirección exacta
      • Fotografías con detalles internos sensibles
      • Fechas de ausencia o mudanza
    • Protege tu identidad en plataformas abiertas.


6 - Después de la venta, protege tu responsabilidad

    • Firma una cesión de derechos o acta de entrega para evitar futuros reclamos.
    • Cancela servicios y suscripciones a tu nombre (agua, luz, gas, TV, internet).
    • Entrega un informe documentado de las condiciones del inmueble, si es posible, para dejar evidencia de buen estado.


Vender una vivienda debe ser un proceso legalmente transparente, pero también cuidadosamente seguro. Un traspaso mal gestionado puede derivar en fraudes, suplantaciones o incluso consecuencias penales si el nuevo ocupante usa el inmueble para fines ilícitos.

Por eso siempre aconsejo: no vendas solo una casa, protege también tu nombre, tu seguridad y tu tranquilidad futura.

Manual de Seguridad - Emblema

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